ay una imagen que se cuela como los haces del sol por la ventana. Así de etérea se volvió en el tiempo. Pese a ello, siempre trato de asirla y se me escapa. Es uno de los pocos recuerdos de mi primera infancia.
Verano. Yo nunca hacía la siesta y el aburrimiento me ponía inquieta. Mi mamá trabajaba en la máquina de coser, con ese pedal ruidoso que la llevaba volando lejos . Quién sabe en qué pensaría ella que se ausentaba.
e unir pedazos de tela pasé, de la mano de papá, a la escritura y lectura de palabras. Entonces había que terminar una oración, un mensaje. Algo que diera testimonio de lo que sentía o quería. Papá me enseñaba a escribir cartas, a mi abuela paterna y a mi amiga que vivían lejos.
sí, de fragmentos de lectura y escritura, como la mariposa que se posa en distintas flores, continué mi vida de lectora y escritora. Las terminaciones fueron pocas porque el placer era leer y escribir de a retazos. Por eso este blog busca emprolijar las costuras y recortar las hilachas. Pretende mostrar lo que hay, lo que hubo y lo que habrá, en este tiempo vacío de armar la vida y darle sentido. De a retazos, de a pedacitos, a tiempo fragmentado.
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"A veces nos da por contar cosas que pertenecen a una franja indecisa entre lo íntimo y lo público. Entre lo literario y lo que no lo es, entre el ensayo y el soliloquio. ¿Dónde se escribe un sueño? ¿Un recuerdo? ¿Un deseo? Un rayo de palabras que nos atraviesa por un instante, y es sólo eso: un rayo de palabras. ¿Cuál es el soporte en donde colocarlo? ¿Con qué tono? Me pregunto por qué esa necesidad de volcar en palabras escritas a esos paisajes que asoman desde muy adentro de los ojos.
– ¡Hey!– vocifera un recuerdo y sube a la pupila, para lanzarse luego a la palabra. Son los recuerdos más niños los que se atreven a hablar. Otros se asoman con timidez en forma de metáfora. De uno u otro modo, los escritos fronterizos siempre desean salir."
Graciela Vega